El fascismo eres tú
- Camilo De fex Laserna
- Oct 30, 2021
- 8 min read
Updated: May 12, 2024

Facebook es mi red social favorita, de hecho es la única que uso. Me imagino que es porque estoy dentro de su segmentación demográfica, en parte por ser un milenial ochentero, pero también porque FB es la red social más textual de todas — a mi modo de ver incluso más que Twitter— y me gusta bastante el texto. Pero además están los memes, los videos de mierdas raras o de música chimba, la conspiranoia y en general los disfraces chistosos que nos ponemos para aparecer ante los otros en ciber-sociedad. Por todas estas razones, para mí Facebook es una mina de oro inagotable, un montón de data al gratín para hacer con ella lo que a uno le dé la gana. Especular sobre todo. Puedo pasarme horas enteras escroleando en algún grupo de Facebook y paranoiando mis propias conspiraciones, o mejor dicho, leyendo “el clima” del “mundo” en algún meme de Invencible o de Shingeki no Kyoyin. Creyendo leer el clima del mundo, aclaro. Porque además Facebook genera tantas olas al mismo tiempo, que es imposible surfear una que pueda llamarse el espíritu de una época. Es más bien un mar lleno de neo proto meta olas, o algo así, que se desplazan de un lado para otro y se cancelan al chocarse. Por eso es que lo único que puede leerse en los dominios del Mark son parcialidades medianamente significativas que permiten pasar al mundo por el espejo, y por ahora con eso me basta. Lo que quiero decir es que la lectura activa en Facebook puede ser muy reveladora así sea sobre pequeñas puntualidades. Estoy seguro de que si alguien me deja navegar su feed de noticias por al menos 30 minutos puedo hacerle una lectura mucho más precisa que la de cualquier tarotista. (Nota mental: podría montar un negocio de lectura del algoritmo. Hay que ganarse la vida). El autocompletar de “su” google podría revelarme sus mayores intimidades, pero mejor no cambiemos de plataforma, regresemos a Facebook, mi red social favorita del mundo mundial.
Cuando Facebook apareció por allá en el tiempo extra del siglo XX —mejor conocido como los dosmiles— fabriqué uno de esos perfiles que entregan casi nada. Ninguna foto del rostro. Cero opiniones. Me gustaba consumir el contenido de los demás desde mi perfil sin cara, y creo que entre todos los usuarios de FB los peores son los de este tipo. Mi perfil se llamaba en esa época Usted Mismo y muy pocos conocían su identidad secreta. Pero desde el año 2011, aproximadamente, empecé a alimentar mi perfil con fotos del contenedor posando para verse bonito, videos de bandas que me gustan, fragmentos de libros, textos propios y hasta le presté por momentos mi nombre de esclavo (NombreApellidoApellido). Sin embargo, no fue hasta hace muy poco que mi perfil empezó a tener opiniones. En ese momento empecé a considerarlo como una especie de mascota, algo vivo en todo caso que tiene sus propias necesidades.
Durante el año de la pandemia decidí que mi perfil ya estaba listo para ingresar al mundo de las batallas Pokemon. Me uní a decenas de grupos y comunidades en Facebook para observar y entrenar a mi gallo de pelea. En esas comunidades noté que los perfiles más débiles siempre son los que se toman muy en serio a sí mismos y a su portador. Hasta un trol de bajo nivel es capaz de fastidiar a estos perfiles autorreferentes sin mayor esfuerzo. En el grupo de Malcolm in the Middle Shitposting participé de la flamewar conocida como Ñ posting, en la que los usuarios hispanohablantes bombardeamos con posts y comentarios en español durante más de 3 semanas seguidas a los usuarios gringos y hasta tuvimos varios debates de fondo en territorio enemigo, es decir, usando el inglés. En el grupo de Turmas de Medellín —comunidad de globeros— atendí a buenas peleas de perfiles de turmas enemigas y leí con morbo algunas amenazas de muerte muy originales que anoté en una libretica, por si llegaba el caso de usarlas algún día. En el grupo Historia Colombiana en Memes consumí durante el día de la raza un flameo largo entre revisionistas hispanistas e indigenistas y fue extremadamente divertido, pues para mi perfil ambas visiones son igualmente conservadoras y chistosas en general, efecto involuntario de los jueguitos dualistas hacia los que la ideología siempre intenta llevarnos.
Una de las primeras opiniones que tuvo mi perfil después de atragantarse con tantas otras opiniones, se dio durante la época del levantamiento social en Colombia (2021). El perfil le agarró fastidio a cierta noción de pacifismo abstracto que sacaban a relucir los perfiles de otros conocidos: unas personas tan bien posicionadas en el status quo, que creen de muy buena fe que el pacifismo significa estar en contra de que rayen las paredes y quemen cosas. Mi perfil expuso en sus posts que una cosa es hacerse la paja con el pacifismo abstracto y otra muy diferente es jugarse la vida ejerciendo la resistencia no violenta. En esta discusión el perfil ganó un poquito más de dimensiones y carne, según lo veo ahora. En los meses siguientes nos hicimos lectores recurrentes del muro de uno de estos pacifistas abstractos. El personaje en cuestión es un neo-paisa medio conservador cuya moneda de cambio es el control político, o la imagen de que lo hace, pues ya sabemos que en FB todo es reflejo más na’. Debo admitir que la evolución de su perfil me causó mucha curiosidad. Ya fuera por elección o ceguera mercadotécnica, el perfil publicaba continuamente contenido poco popular entre su público e incluso muchas veces tuvo que desdecirse, lo que, como todos sabemos, hace que bajen las acciones de las opiniones que emite el perfil. Me preguntaba constantemente si todas estas jugadas de devaluación del perfil eran conscientes y me inclinaba a pensar que había algún experimento social de por medio, como ocurre con el perfil de Inocencia Bermudas Remeynik. Pero al final concluí que la respuesta era más bien simple. El personaje se había cristalizado y ya era incapaz de espontaneidad. Las opiniones habían tomado el control de lo que antes había sido un cascarón en blanco para cualquier “yo lírico” que se le quisiera inyectar. Lo bello de Internet antes de que el personalismo de Facebook se tomara casi todos los espacios, era la amplia yo-diversidad que existía. Si bien los personajes de la Internet 2.0 eran mucho más variados e impredecibles, a decir verdad no eran tan tragicómicos como los que tenemos en la actualidad pues les faltaba la dimensión humana que sólo da el nombre de esclavo y las selfies del contenedor queriendo lucir atractivo. Unas cosas por otras. Por mi parte he descubierto que no hay mejor manera de esconderse que al entregar la cara, y aunque lo sabía hace mucho tiempo, lo interioricé hace poco cuando encontré este mismo motivo de lo que se esconde a simple vista en la novela de un parcero. En mi caso uso el perfil de Facebook como animal guardián que protege mi valiosa nada entre noticias de James y Falcao.
En los últimos días mi perfil ha participado en varias discusiones random, pero la que más disfruté fue contra un perfil ultra mamador que se cree la revelación filosófica del siglo XIX o algo así. Normalmente mi perfil no discutiría con alguien sólo por eso, después de todo cada quien vive en sus fantasías e ilusiones y solemos ser respetuosos de las burbujas ajenas. Lo que nos fastidió fue la prepotencia injustificada del sujeto. Mi perfil también puede ser prepotente y mamador si así lo desea, esa es la cosa. Y últimamente prefiere eso a quedarse callado, más que nada porque es divertido chimbiar a la gente que se cree mucho y porque nada de lo que ocurre en las redes sociales es para tomarlo en serio, a fin de cuentas. Además cualquier vaina dicha desaparece rápidamente entre tantos otros posts y opiniones equis. Por eso mi perfil y yo llegamos a la conclusión de que a la verga con el pudor intelectual y empezamos a comentar cada vez más posts de gente “conocida” sin pensar en las posibles consecuencias sociales. Lo curioso es que desde entonces los antagonistas de mi perfil son los que más aparecen en el feed de noticias luego de que discutimos en largas cadenas de comentarios. El algoritmo premia la interacción y junta a los perfiles que más discuten entre sí, porque la polémica genera rating y eso es lo que le interesa a Facebook a todas estas. También es una de las razones por las que la compañía está bastante emproblemada en su país de origen.
Hace poco salió la noticia de que Mark Z., ante los problemas legales que está viviendo en el congreso gringo debido al incumplimiento de las políticas de la plataforma, decidió hacer un rebranding de Facebook hacia algo de lo que se habla mucho últimamente: El Metaverso. “Para diciembre de este año Facebook aparecerá en la bolsa de valores como MTVRS (metaverso)”, dice una de las noticias que leí al respecto. El futuro de las redes sociales, según estas especulaciones y como lo dije en un post anterior, será la posibilidad de un Mundo de mundos virtuales interconectados, en donde podremos jugar, charlar y trabajar a través de avatares 3D de nosotros mismos. Asusta un poco pero también suena emocionante. Me imagino la nueva apariencia de todos estos grupos como grandes escenarios de anime o vainas así, en donde se juntaría la gente “en presencia” a discutir desde los temas más complejos hasta la relación de Shakira y Piqué, sólo por el placer de mostrar sus músculos retóricos o por tener la oportunidad de decirle idiota al avatar de algún desconocido. Me babeo al pensar en que podría presenciar en vivo y en directo cientos de peleas entre alt-fachos gringos y niños soya; neo reaccionarios y posthumanistas; o inserte aquí cualquier polaridad propiciada por los binarismos ideológicos contemporáneos. Imagino al Metaverso como una mina de información mucho más compleja que la del Internet 3.0 y me pregunto también cómo cambiará todo esto la literatura que yo y mis contemporáneos terminaremos por escribir. Es una bella época para estar vivo a pesar de que el mundo se está acabando (o quizá justamente por eso).
Todo esto me recuerda la última vez que tuve una discusión en el mundo no virtual. Estaba en la Curva, al frente de la Universidad de Antioquia, y por primera vez después de mucho tiempo había resto de gente en las aceras tomando y metiendo cositas. Al frente del bar de salsa me encontré con un conocido librero de La Bastilla que es de esos derechosos bien informados que han leído Ayn Rand y conocen sobre la Ilustración Oscura, es decir, que manejan la parafernalia alt-fachera. Cuando me lo encontré se veía muy molesto porque, según me dijo, lo habían corrido de un parche deconstruidx en el que sus opiniones no cabían. Me dijo que esos mamertos no se daban cuenta de lo fachos que eran ellos también, y me dio varios ejemplos de su totalitarismo ideológico. Yo levanté los hombros porque para mí es re claro que en un estado fascista todos sus integrantes son fascistas, no veo dónde está el misterio en eso. Cuando le dije lo que opinaba el sujeto se desinfló y recuperó sus colores naturales. Mi opinión lo había aliviado, no sé por qué, tal vez se sentía más acompañado en la noción de que todos somos fachos de corazón, querámoslo o no. Yo en cambio caminé esa noche a casa un poco derrotado, porque así es, somos grupúsculos y el fascismo hace tiempo vive en nuestros corazones disfrazado de algo más.
No es Facebook ni es Internet. A la final bb: el fascismo eres tú.
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