Años y años
- Camilo De fex Laserna
- Jun 10, 2021
- 4 min read
Updated: May 12, 2024

Existe una conversación que es muy recurrente con amigos y conocidos, o al menos así me ha sucedido en muchos parches, y es: con lo vertiginoso que se ha hecho el mundo en estas últimas décadas, con lo al borde de la historia que nos hemos llegado a sentir por momentos: ¿qué sigue –o mejor dicho– qué podría seguir? Parece como si el presente estuviera tan saturado de futuro que es imposible imaginar un futuro más allá. ¿Qué carajos podría seguir después del futuro? La pregunta en sí misma parece estúpida. En los diversos parches en los que ha brotado esta conversación (de salón podríamos decir, por el bien de lo anacrónico) se ha desarrollado de forma casi idéntica. Los interlocutores han hablado sobre las drogas del futuro, si ya hay unas re-paila (tipo Crocodyle) ¿qué mierda seguirá?; han hablado de los políticos, si ya son bien cerdos y fachos ¿qué mierda seguirá?; han hablado de la lucha por las identidades, si ahora por momentos es confuso y enredado, ¿qué mierda seguirá?; han hablado de tecnología, si ahora hay una vaina nueva cada día, ¿cómo será después? ¿Podremos entender el mundo que se nos viene encima? ¿O nuestro destino será el mismo de las tías que nos inyectan spam cargado de iconografía de la Warner Brothers? Todas estas preguntas, siempre formuladas para ambientar los chorros y los plones no más, son resueltas de forma exhaustiva e inteligente por Years and Years, serie británica producida en conjunto por la BBC y HBO, escrita por Russell T. Davies y con la actuación estelar de Emma Thompson como Claudia López.
Desde el primer capítulo la premisa queda clara: en esta serie los años pasarán. Los creadores instalan al espectador en el seno de una familia clase media inglesa, cuyos integrantes son un muestreo de la sociedad británica actual: un gay, una madre soltera, una activista, un especulador financiero, una cuñada negra, sus hijas negras, un nuero migrante ilegal ucraniano y un nuevo integrante de la familia mitad chino (es decir, el nuevo paradigma de una familia liberal y bien-pensante). En el hospital el tío gay toma al nuevo miembro de la familia mitad chino, lo arrulla y en una suerte de monólogo teatral violador de la cuarta pared que cada tanto ocurrirá en la serie, se hace la pregunta que será el leitmotiv, la espina dorsal de la trama: ¿qué es lo que te espera en el futuro, pequeñín? Y con la pregunta los años empiezan a pasar, vertiginosos, como si estuviéramos scrolleando a través de los cumpleaños de Lincoln (el niño medio chino) y las fiestas de año nuevo. A medida que vemos el drama en la micro-estructura familiar, se nos presenta el drama macro-estructural a través de los medios (a los que la familia Lyons siempre está conectada y consume como si se tratara de una telenovela), en donde destaca el ascenso vertiginoso de Vivienne Rook (Emma Thompson), una política indescifrable y outsider (a la Trump, o Uribe) que encarna también la lucha del estado de opinión contra el estado de derecho. Es curioso, pues atendiendo a las lógicas locales, esta serie le habla al mundo homogenizado. Es universal no porque pretenda serlo, sino porque los males se han universalizado, y el drama futuro de Inglaterra no es tan distinto de la precaria actualidad de las repúblicas bananeras. Vamos en picada, señores, eso es lo que nos dice Years and Years. Nos volvieron imbéciles y lo disfrutamos. El tercer mundo será exportado como modelo de explotación a Europa y Estados Unidos. No hay nada qué hacer (?)
En parte, la culpa es de la nostalgia. La apertura del mundo nos confunde. Quisiéramos volver a una época menos saturada, más sencilla. De allí que Vivienne promueva, entre otras cosas, una nueva tecnología que puede desactivar el internet a gusto de las autoridades (padres, profesores o incluso el gobierno) o que diga públicamente que le vale verga Palestina o Siria. ¡Hagamos a Inglaterra pequeña de nuevo¡ ¡Recortémonos de la globalidad! En este sentido, Years and Years me recuerda la premisa del arco narrativo de South Park: Remember Berries, en el que se adjudica el ascenso de Trump a la simple y llana nostalgia. ¿Nostalgia de qué? ¿Época dorada en dónde?

La serie tiene seis episodios de una hora (formato británico por excelencia) y en esas seis horas nos desplazaremos casi que por saltos en la trama familiar y su correlación con la debacle del mundo, no hay continuidad, el tiempo en esta época (2028) ya no es uniforme aunque sigue manteniendo su apariencia cíclica, quizá la única propiedad inmutable de la historia humana. Y esto es curioso, pues en varias ocasiones vemos el fin del mundo y a los personajes preguntándose ¿y ahora qué? Pero el mundo siempre sigue. ¿No les suena particularmente familiar? El mundo termina y luego, como si nada, continúa.
¿Pero quiénes son los malos y los buenos? Si ignoramos cierta dosis de moralina en el episodio final, Years and Years parece decir: no existen. Héroes y villanos viven bajo el mismo seno familiar y suelen intercambiar roles con facilidad. Aquí sentí una resonancia innegable de Underground (Emir Kusturica) pues así como en esta película, también en Years and Years vemos encarnada la historia de un país, de sus héroes y traidores, en un grupo social que parece servir de muestra. También me hizo recordar las conversaciones que tuve en épocas electorales con mi familia, cuando iba a visitarlos.

¿Por qué otras razones ver Years and Years?
A pesar de que por momentos es algo melodramática, esta serie es descendiente directa de la tradición de ci-fi inaugurada en los 90’s por Greg Egan, de la cual también es heredera Black Mirror e incluso la trilogía de Bigend de William Gibson. Series como ésta, o novelas como Walkaways de Cory Doctorow, son el presente de la ciencia ficción. No tan lejos de casa, no tan en las distantes estrellas frías, que ya ni existen, de las que sólo vemos la luz. ¡Eso es! Una ciencia ficción que no persigue el futuro en el pasado (en esos cadáveres lumínicos) sino que lo persigue en el presente inmediato, saturado, preñado de muerte y posibilidad.
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