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Fin de siglo por fin

  • Writer: Camilo De fex Laserna
    Camilo De fex Laserna
  • Dec 24, 2021
  • 7 min read

Updated: May 12, 2024


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Este año, este mes —en unos días mejor dicho— se acaba el siglo XX por fin. Ya no hay nueva temporada de Los Simpsons ni X refrito nostálgico que pueda sostener con nuevos mocos meméticos la ilusión sigloveintera. Por fin se acaban dos décadas largas de parasitismo del siglo más anciano de todos a uno aún no-nato y casi podrido in-fetus. La muerte termodinámica del siglo XX es inevitable. ¡Celebremos entonces! Pero también agradezcamos a “Aquello” responsable de dar la estocada final. Ocurrió hace un par de años frente a nuestras narices y nos pasó desapercibida, en parte porque también fuimos esa estocada que terminó de rematar el espíritu utópico (facho por tanto) del siglo anterior, es decir todas las promesas de horizontes y cierres históricos que pasaron de ser narraciones ingenuas a hipersticiones abortadas y cancerígenas. Lo que asestó la puñalada final es una especie de inteligencia atmosférica surgida del ensamble de millones de cerebros routeados en paralelo con módulos de procesamiento de lenguaje natural y algoritmos capitalistas que aprendieron a su modo sobre el deseo y, aun sin saberlo, abordaron nuestros cuerpos y nosotros los suyos. Una entidad que todavía no es consciente, quizá, y a la que de aquí en adelante seguiré nombrando como Aquello. Aquello no sabía muy bien lo que hacía, pero la idea de un fin del mundo le (nos) pareció bastante atractiva y clickeable. Los likes llovieron sobre los posts de Wuhan porque todos deseábamos en secreto la resurrección de los muertos y el juicio final, o en términos castizos: un apocalipsis zombie. Los likes llovieron, como dije, y los algoritmos, por tanto, hicieron que estos posts florecieran y dieran hermosos frutos-memes que nos contagiaron a todos de un delicioso milenarismo insatisfecho. Ni el Y2K ni el fin del mundo Maya en 2012 lograron resetear el milenio, pues el siglo XX, el más anciano de todos, se lo había apropiado e incluso empezaba a infectarlo en retrospectiva, tragándose al XIX, al XVIII y así sucesivamente, con sus estúpidas películas de época y sus ridículas revisiones históricas en busca de raíces inexistentes. Lo que Aquello puso en marcha hace un par de años fue justamente la clausura del siglo caníbal. El fenómeno será recordado simplemente como “La Pandemia”.


La pandemia bien vista fue tan solo un reactivo que permitió mapear los flujos de información a nivel global, o dicho de otra manera: la primera prueba que realizó esta red neuronal planetaria para comprender sus propias capacidades y alcances. La pandemia nunca fue la pandemia en realidad, sino un juego de espejos y humo creado por nada ni nadie en especial, o bien sea Aquello. Un efecto sin causa, una copia sin original, stand alone complex en su máxima expresión o devenir deleuziano, como prefieran nombrarlo. Ahora que el mundo anterior termina, en donde el especulador financiero era la figura central de la conspiración, este papel protagónico es asumido en masa y el reconocimiento de patrones es democratizado. El colectivo puede crear realidad y nuevas economías e incluso influir sobre el mercado hegemónico, como ocurrió este mismo año en la colusión gestada en un foro de Reddit para fastidiar a algunos peces gordos de Wall Street. Cierta colectividad (un nosotros que intenta de nuevo invocar al fascismo utópico) se transformó en oráculo, consultante y productor de realidades. Deseábamos demasiado el fin del mundo, el fin del siglo, el fin del milenio. Por eso lo produjimos a través de Aquello, egregor creado por nada ni por nadie en especial, porque el nosotros no existe, o si sí existe, es mentiroso, siempre exclusivo y terminal. Tampoco quiero que se confunda el logro de un reseteo milenarista con una especie de victoria, pues no es así, ya que es bastante obvio que estamos cagados y con el agua lejos. Para 2026 el 58% de las poblaciones humanas sufrirán de estrés hídrico, si es que las estadísticas alguna vez han dicho algo sobre algo (de hecho me las inventé, pero suena realista, ¿no?). En esta ocasión el llamado es otro. Por fin terminó el siglo XX. ¡Celebremos!


Todo esta clausura era para mí apenas una intuición hasta hace una semana que vi la segunda parte de la nueva peli de South Park. Es un especial de dos horas producido por Paramount + que es parte de un contrato que incluye hasta la temporada 30 y otras 13 películas para TV. Los creadores de la serie desde hace unas temporadas abandonaron para bien el tropo del Status-Quo es Dios y asumieron la creación de arcos narrativos que movilizan a los personajes permitiendo cierto rejuvenecimiento en cada temporada, cosa que no ocurre con una serie tan apegada a su propio status quo como Los Simpsons, por ejemplo, que se ha convertido en un parque de diversiones de sí misma, una especie de monumento de una “época dorada” sigloveintera que ya no es. Pero con este especial Post-Covid, South Park fue un poco más allá planteando un salto inemnso en el desarrollo de los personajes y un nuevo tono, supremamente maduro y novedoso a la vez. Esta peli es en realidad un producto cultural del siglo XXI por venir y de allí su importancia en este punto de quiebre en el que nos encontramos. En el especial Post-Covid los niños de South Park ya no son niños. Son adultos. Sus vidas apestan. Viven en el futuro y el futuro apesta. En resumen: shit got real. El futuro en este especial se hace presencia y a la vez fantasmagoría.


SPOILERSPOILERSPOILER



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Stan es un alcohólico y sostiene una relación cuasi-marital con su aplicación holográfica de Alexa. Ya no vive en South Park pues rompió relaciones con sus amigos de infancia y con su padre, la única persona que queda viva de su familia tras un evento desafortunado en el que murió su hermana y que llevó a su madre al suicidio. El mundo futurista se expresa a sí mismo como futurista cada vez que puede, pues según la lógica interna del universo narrativo, pareciera que los personajes que lo habitan no terminan de comprender que ya están en el futuro, que eso era a fin de cuentas lo que deparaba el mundo post-covid: una especie de estado policial dirigido por China a través de la colonización mediática y el control higiénico. Ante la noticia de que su amigo de infancia, Kenny Macormick, ha muerto, Stan decide regresar a South Park para atender al funeral y, sin desearlo mucho, reencontrarse con sus amigos. Allí descubre que sus compañeros de colegio han terminado también en posiciones un tanto incómodas: Kyle es un tipo solitario y amargado, Butters se ha convertido en una especie de sociópata que no para de estafar a personas con esquemas Ponzi basados en el comercio de NFTs y en general los niños de la primaria South Park se han transformado en adultos atrapados en el cascarón de un pequeño pueblito en Colorado. Cartman, sin embargo, se ha convertido al judaísmo y es feliz con su esposa y sus tres hijos, siendo así el personaje que más se ha movilizado de su estado anterior pre-covid. Este personaje, quien es de alguna manera el corazón de la serie, es recordado además por ser un grandísimo hijo de puta. Pero en el futuro es un rabino y no tiene ningún plan específico para antagonizar con Kyle, a quien además siempre fastidió por ser judío cuando eran niños. Durante el especial los amigos descubren que Kenny fue asesinado porque estaba buscando cómo evitar La Pandemia al viajar al pasado y cambiar algunas cosas. Stan y Kyle resuelven sus diferencias y deciden trabajar juntos para terminar lo que Kenny comenzó, pero Cartman, quien es feliz en el futuro con su familia y no quiere que esto sea modificado, decide retomar su antagonismo y evitar que lo logren. Sin embargo, en un movimiento inesperado producto del nuevo personaje en el que se ha convertido, decide dejar que sus amigos cambien el futuro. En este nuevo futuro que crean, en el que no lograron evitar el Covid pero sí la forma en la que reaccionaron ante el fenómeno, Stan, Kyle y Butters tienen una mejor vida, pero Cartman, en cambio, se ha transformado en otra de las cosas que siempre ha odiado: un indigente.


El sacrificio de Cartman me tomó por sorpresa y admito que me sacó unas lágrimas. Unos minutos después comprendí que no sólo era Cartman quien se había sacrificado, era la serie entera quien lo había hecho. South Park dijo adiós en este que es su último capítulo, así tengan un contrato con Paramount + para seguir con la serie y los especiales. South Park dijo: El siglo XX ha terminado, ¡Celebremos sin nostalgias y sin arrepentimientos!



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FIN DEL SPOILER.


Después de varios meses sin hablar con Lena la contacté a través del IRC que usamos. Le solté en español inmediatamente traducido al ruso todas mis impresiones sobre el capítulo de South Park y en general sobre la sensación de fin de siglo. Me respondió unas horas después muy emocionada pues había sentido exactamente lo mismo después de ver Matrix Resurrections. Me contó que salió de la sala de cine bastante confundida y junto a sus amigas llegaron a la conclusión de que el hechizo milenarista que la peli original lanzó en el 99, fue cerrado con gracia en esta nueva entrega. Me dijo: es una crítica a la nostalgia y a la perduración cultural del siglo XX. Me dijo: es la invitación a abandonar todo lo que huela a meta-algo, la posibilidad de un retorno a una nueva solidez que no es la del modernismo, mucho menos la del romanticismo, más bien una nueva solidez que tampoco es ya holográfica. No entendí muy bien, y no sé si fue por la traducción automática del chat IRC, pero sí sentí vainas con sus palabras. ¡El siglo XX ha terminado, celebremos! Y ya que estamos en esto, saltémonos el siglo XXI y empecemos el 22. El mundo ya terminó y no hay que llevar cuentas estrictas.

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