Protagonismo invisible y coralidad máxima: High maintenance
- Camilo De fex Laserna
- Aug 25, 2024
- 3 min read

El rol de protagonista, como tecnología narrativa indisociable de las historias con las que nos alimentamos, ha permitido la aparición de la enfermedad ideológica más ponzoñosa de todas: el humanismo. Según Joseph Campbell, el reconocido mitógrafo estadounidense, todas las historias y los mitos que ha creado la humanidad a lo largo de su periodo más infantil son la misma historia y el mismo mito. Campbell lo bautizó como El Monomito. Este esquema vacío, este eco sin fuente, nos cuenta el periplo de un joven nacido de una madre vírgen, que descubre, un buen día antes de llegar a la pubertad, que es el elegido para salvar a su gente. Jesús, Luke Skywalker, Buda, Aang; podría llenar páginas enteras con nombres de héroes que recorren esta misma trama. Ese arquetipo heroico encarna a la humanidad completa, huérfana de madre y sometida al yugo de un padre déspota. El protagonista es, en cada una de las historias que reinterpretan El Monomito, la encarnación de una idea fundacional: esto es que la humanidad es el pueblo elegido de todo el universo universal, que somos una especie de Israel elevado al cubo, la sal de la tierra y el humus del Cosmo. Típica masturbación colectiva humana.
Tal cual se han configurado nuestras máquinas de contar historias, hoy día es imposible pensar la narrativa sin el rol protagónico. Sin embargo, High maintenance, una serie de HBO, se la juega por una forma nueva de plantear “lo protagónico”.

En esta serie, más que un protagonista, tenemos un hilo conector: The Guy, o El Tipo. Él es un vendedor de hierba a domicilio en Nueva York, una especie de Gran Lebowsky contemporáneo y mucho menos vago. Su clientela, neoyorkinos marihuaneros y raritos de todas las etnias y las edades, son los verdaderos protagonistas de esta serie. Sin embargo, no se trata de un reparto coral en el sentido clásico de la palabra, pues por episodio aparecen siempre dos protagonistas que luego no vuelven a salir en la serie, con muy contadas excepciones. Esto hace que al interior de cada capítulo también se plantee una estructura atípica. Cada episodio de 30 minutos está conformado, entonces, por dos cortometrajes de 15 minutos en los que se aborda la vida de uno de estos clientes de The Guy. En el intermedio, este entrañable dealer lidia con sus propios conflictos, mínimos muchas veces, mientras se mueve por la ciudad en bicicleta para entregar bolsas de hierba a su clientela selecta.

Lo que más me impresiona de High Maintenance es el increíble músculo de sus guionistas, pues cada episodio implica la escritura de dos historias protagonizadas por dos personajes increíbles, que luego serán descartados. Los showrunners de la serie son Katja Bitchfeld y Ben Sinclair. Sinclair, además, encarna en pantalla a The Guy, lo que confirma algo que pienso desde hace un tiempo: las historias en las que los guionistas son también protagonistas tienen un algo que no se puede conseguir de otra manera, en esa relación tan entrañable que siempre se propone desde la crew dramatúrgica con el cast. Un par de ejemplos de esto son las series inglesas Spaced, The league of gentleman y Fleabag, que son protagonizadas por sus guionistas.
A medida que las temporadas de High Maintenance avanzan, el arco de transformación de The Guy se hace más pronunciado y él adquiere mucho más protagonismo, lo cual es necesario, creo yo, para mantener el interés de la audiencia. Sin embargo, las historias unitarias de cada capítulo nunca decaen, de hecho se hacen más delirantes, así como estos marihuaneros neoyorkinos cuya única relación entre sí es que tienen un mismo dealer: este tipo simpático que todos quisiéramos fuera nuestro dealer también.

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